viernes, 29 de enero de 2010

Mitnick: hackeábamos por diversión. Hoy es por dinero

Encarcelado e incomunicado durante cinco años, Kevin Mitnick fue condenado, tras varias detenciones por parte del FBI, por su sucesiva afición a entrar en sitios donde supuestamente no debería. Desde compañías de teléfono a instituciones públicas. Su vida ha sido objeto de películas y libros, aunque hasta 2011 no saldrá la primera biografía autorizada por él. Además de dedicarse a llevar su propia consultora de seguridad, es frecuente conferenciante. En Campus Party Brasil, es algo más que un ponente, sus hazañas de jalean; se aplaude cada demostración en el estrado y hay peleas por conseguir una de sus tarjetas de visita que incluyen unas ganzúas, por si se resiste alguna puerta.

La ingeniería social consiste en una serie de técnicas para obtener información de los usuarios y poder entrar en sistemas supuestamente seguros. Basándose en premisas como que todo el mundo quiere sentirse halagado, pretende ayudar y que, en general, nos cuesta mucho decir no, Kevin Mitnick es capaz de conseguir claves para entrar en sitios, aunque con las redes sociales esto es cada vez más fácil.

"Los sitios de consumo y entretenimiento son el nuevo objetivo de los hackers. Twitter y Facebook son las nuevas fuentes para saber debilidades. Ahí la gente da información valiosa que les hace vulnerable. Hay que estar alerta con qué contamos ahí", expone el idolatrado ponente.

Los ataques a Google, compañía que parecía invulnerable, en China han creado pánico. Mitnick da una recomendación aparementemente sencilla: "Contra los ataques, mejor código, ésa es la herramienta que tiene que usar Google".

Microsoft publicó un parche para su navegador Internet Explorer. Preguntado qué navegador prefería, Mitnick no termina de definirse: "Todos son vulnerables. Lo importante es que se actualicen". En su opinión: "Microsoft no es más vulnerable pero sí más apetitoso. Un ataque a un sistema que usan muchas personas tiene más relevancia".

La polémica sobre lo que le motivó a traspasar tantas barreras sigue presente más de 30 años después. Sin rubor, ataja el tema: "Me metí porque era mi pasión, quería saber, conocer, ir más allá. En mi época, hackeábamos por diversión. Hoy es por dinero. Antes de mí, no se consideraba ni delito, no estaba tipificado. Las leyes se hicieron conmigo".

Tomado de: El Pais.com

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